La rosa blanca
Había, hace mucho tiempo, un adolescente que tenía dos hermanos. Un día se encontró una rosa blanca, se sorprendió y la arrancó. Cuando iba a cenar con su familia se la enseñó y les explicó que era una rosa blanca. Al día siguiente regresó al campo donde había encontrado la rosa blanca. Enfrente de ese lugar había una gran montaña. Se preguntó “¿Si subo la montaña encontraré más rosas de otros colores?
Escaló con prisa la montaña y al llegar a la cima se paró a descansar. Vio desde allí un prado lleno de rosas de muchos colores. Después de pasar allí un rato, bajó de la montaña al hermoso prado. Recogió un ejemplar de cada una de las flores que encontró y las juntó con la blanca y refrescó para enseñar el ramo de flores a sus hermanos.
Por el camino se encontró con una chica que se llamaba Mamen. ¡Claro! El chico no era otro que Marino. Marino dijo: “Mira te doy estas flores, ya cogeré más.” Mamen respondió: “Muchas gracias”.
Marino subió de nuevo a recoger flores y todos los días bajaba con un ramo para Mamen y convirtieron en adultos. Marino seguía recogiendo flores para Mamen y esa montaña que siempre subía Marino era la montaña del amor.
Y Mamen, un día decidió subir la montaña. Marino estaba en el prado recogiendo flores para Mamen. Cuando volvió a la montaña, cada uno escalaba por un lado y se encontraron en la cima. Y como la montaña era la montaña del amor, surgió el amor entre Mamen y Marino.
En el prado de las flores celebraron la boda porque era el prado del amor. Desde entonces vivieron felices y cada día subían los dos juntos la montaña del amor.
¿El amor en los cuentos hermosos siempre acaba surgiendo?
Había, hace mucho tiempo, un adolescente que tenía dos hermanos. Un día se encontró una rosa blanca, se sorprendió y la arrancó. Cuando iba a cenar con su familia se la enseñó y les explicó que era una rosa blanca. Al día siguiente regresó al campo donde había encontrado la rosa blanca. Enfrente de ese lugar había una gran montaña. Se preguntó “¿Si subo la montaña encontraré más rosas de otros colores?
Escaló con prisa la montaña y al llegar a la cima se paró a descansar. Vio desde allí un prado lleno de rosas de muchos colores. Después de pasar allí un rato, bajó de la montaña al hermoso prado. Recogió un ejemplar de cada una de las flores que encontró y las juntó con la blanca y refrescó para enseñar el ramo de flores a sus hermanos.
Por el camino se encontró con una chica que se llamaba Mamen. ¡Claro! El chico no era otro que Marino. Marino dijo: “Mira te doy estas flores, ya cogeré más.” Mamen respondió: “Muchas gracias”.
Marino subió de nuevo a recoger flores y todos los días bajaba con un ramo para Mamen y convirtieron en adultos. Marino seguía recogiendo flores para Mamen y esa montaña que siempre subía Marino era la montaña del amor.
Y Mamen, un día decidió subir la montaña. Marino estaba en el prado recogiendo flores para Mamen. Cuando volvió a la montaña, cada uno escalaba por un lado y se encontraron en la cima. Y como la montaña era la montaña del amor, surgió el amor entre Mamen y Marino.
En el prado de las flores celebraron la boda porque era el prado del amor. Desde entonces vivieron felices y cada día subían los dos juntos la montaña del amor.
¿El amor en los cuentos hermosos siempre acaba surgiendo?